Sin duda, una de las mayores inquietudes para las madres, tras el parto, es la alimentación del recién nacido, cuyo primer hito es la subida de la leche. No hay que asustarse, puesto que la lactancia materna es un proceso fisiológico. En este artículo vamos a abordar aquellas situaciones que permiten un desarrollo óptimo de la misma.
La alimentación al pecho se inicia por medio del calostro, una sustancia de aspecto denso y amarillento que, en algunas mujeres, se deja ver durante la segunda mitad del embarazo. Tiene escaso volumen, pero adecuado para satisfacer las necesidades del recién nacido ya que:
- Es fácilmente digerible. El estómago del recién nacido tiene una pequeña capacidad, semejante a la de una canica. Permite que el bebé aprenda a coordinar el proceso de succión-deglución-respiración.
- Contiene una gran cantidad de proteínas, así como de vitaminas E, A y K, imprescindibles en este momento.
- Favorece la maduración del sistema digestivo, contribuyendo con el desarrollo de su flora bacteriana.
- Tiene poder inmunológico, por su elevado contenido en IgA secretora, linfocitos y macrófagos.
La importancia del calostro se puede ver reflejada en diversos estudios de investigación que apoyan su administración, para favorecer el desarrollo del sistema inmune de los recién nacidos prematuros durante los primeros días de vida.
Cómo favorecer la subida de la leche
A lo largo de los primeros días, tiene lugar la subida de la leche, cuando el calostro deja paso a una leche denominada de transición. En este momento, cambia su aspecto, composición y cantidad, ya que es de un color más claro, con un contenido mayor en grasa y lactosa, y de mayor volumen.
La pregunta ahora es: ¿qué condiciones favorecen este proceso?
Para que tenga lugar el inicio de la secreción de la leche es necesario que se produzcan ciertos cambios hormonales. La expulsión de la placenta permite una disminución de la progesterona en la mujer y el inicio del proceso de lactogénesis o subida de la leche.
Son necesarias también las siguientes hormonas:
- La prolactina, encargada de la producción de la leche.
- La oxitocina, que permite la salida de la leche, al ser estimulada por el bebé cuando succiona el pezón, produciendo la contracción del tejido mamario. Hay otras situaciones, como el llanto del recién nacido o un pensamiento materno hacia su hijo, que también estimulan la liberación de oxitocina.
Por otro lado, la práctica del contacto piel con piel (denominado CPP) entre la madre y el recién nacido confiere una mayor posibilidad de éxito en el inicio y mantenimiento de la lactancia materna, además de aumentar los niveles de oxitocina, mejorando la eyección láctea y la contractilidad uterina.
En caso de que el contacto piel con piel no pueda ser realizado por la madre, este podría ser realizado por el padre, puesto que favorece la adaptación fisiológica a la vida extrauterina del recién nacido, mejorando su temperatura corporal, disminución del gasto energético, regulación de la glucemia, saturación de oxígeno, ritmo cardíaco y respiratorio, etc. No podemos olvidarnos de que la realización del CPP mejora el vínculo afectivo madre/hijo.
Esta recomendación está recogida tanto en las Guías de Práctica Clínica sobre atención del parto normal y de lactancia materna del Ministerio de Sanidad, como por organizaciones de salud nacionales e internacionales.
Lactancia precoz y a demanda
Siempre que las condiciones tanto maternas como del recién nacido lo permitan, favoreceremos el inicio de la lactancia materna de forma precoz (durante la primera hora de vida) y, posteriormente, lactancia a demanda con unas 8-10 tomas diarias.
El mejor estímulo para la producción es la succión del pecho, por lo que aconsejaremos retrasar el uso del chupete o tetinas. En el caso de que fuera necesario el aporte de suplementos a los lactantes, se favorecerá formas más semejantes a la lactancia materna como dedo jeringa, relactador, etc.
Es importante la valoración por parte de la matrona de una correcta instauración. Hablamos de un agarre boca-pecho adecuado, que se traducirá en menos aparición de grietas y molestias mamarias, así como una correcta producción de leche materna. También es fundamental el afianzamiento de la posición, enganche, signos de deglución, ofrecer ambos pechos y una respuesta materna precoz ante primeros signos de hambre del recién nacido, entre otros.
En muchos casos, esta instauración progresiva hace que la madre carezca de sintomatología, mientras que en otros casos puede manifestar ingurgitación mamaria durante la subida de la leche. En esta situación, la mujer manifiesta dolor y endurecimiento mamario.
La actuación iría orientada a realizar tomas frecuentes, masaje manual que favorezca la salida de la leche (técnica de Marmet), aplicación de frío tras las tomas y, en casos en los que estuviera indicado por un profesional, uso de antinflamatorios. Otras intervenciones como aplicación de hojas de col necesitan de más estudios que aumenten su evidencia.
Como decíamos, se trata de un proceso fisiológico que en algunas madres puede alargarse un poco más. La ansiedad o el estrés emocional pueden influir de forma negativa en la subida de la leche, por lo que es fundamental un ambiente tranquilo, una buena alimentación e hidratación y, por supuesto, una madre cargada de calma, paciencia y confianza. El apoyo familiar y de profesionales especializados como tu matrona es de vital importancia en estos momentos.
¿Cómo sé si el aporte diario es el suficiente para mi bebé?
Tanto para la madre como para los profesionales es importante conocer si el lactante se alimenta de forma adecuada. Existen una serie de criterios, incluidos en la guía NICE, que indican una instauración de la lactancia materna adecuada:
- Buen agarre y posicionamiento: el bebé, durante la toma, tiene la boca abierta, la barbilla toca el pecho, el labio inferior está enrollado hacia abajo y la nariz está libre. Hay menos areola visible por debajo de la barbilla que por encima del pezón. La madre no refiere dolor.
- Alimentación correcta: deglución audible y visible, succión rítmica y sostenida, brazos y manos relajados, boca húmeda y pañales mojados de forma regular.
- En las madres lactantes observamos el ablandamiento de la mama tras la toma, no hay modificación del pezón al final de la toma y la mujer expresa sentimientos de relajación y sueño.
Además, en el lactante se observan señales que indican disposición para mamar, al menos ocho o más veces al día. Se despierta espontáneamente para comer cada dos horas y media o tres horas aproximadamente, está alerta al inicio de la toma y se muestra relajado y contento al final, tiene capacidad de succión efectiva, membranas húmedas y piel elástica y turgente.
Existen otros signos de que la lactancia materna esta siendo efectiva en el niño según el documento de la ILCA:
- Pérdida de peso durante los primeros tres días inferior al 7%.
- Ganancia a partir del quinto día en los recién nacidos sanos a término de unos 20-35 gramos al día.
- Recuperación del peso al nacer el décimo día
- Al menos tres deposiciones cada 24 horas después del primer día, de color amarillento al quinto día.
- Al menos seis micciones diarias al cuarto día, de color claro o amarillo pálido.
En ciertos momentos puedes sentirte insegura, pero te aseguro que todo tu esfuerzo ha servido para algo. No dudes en consultar con tu matrona y con los profesionales sanitarios que estén a vuestro cargo.