fbpx
lactancia materna exclusiva

Lactancia materna exclusiva: cómo afrontar los primeros días

Comparte este artículo

Seguramente sabes que la lactancia materna es la mejor forma de alimentar a los recién nacidos. Pero, además debes conocer que también les proporciona defensas frente a muchas enfermedades, facilita la instauración de un apego seguro y favorece su desarrollo cognitivo.

Y para ti, la lactancia también implica numerosas ventajas, pues va a disminuir el riesgo de hemorragias posparto y enfermedades como el cáncer de mama y ovario, te facilita la pérdida de peso ganado durante el embarazo y, sobre todo, fortalece el vínculo con tu bebé, disfrutando de una relación íntima y única.  

Debido a todos sus beneficios, la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda la alimentación de los recién nacidos con lactancia materna de forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida y, junto con otros alimentos, hasta los dos años o hasta que la madre y el hijo/a lo deseen.  

Tal vez dudes de tu capacidad para amamantar. Sin embargo, debes saber que la gran mayoría de las mujeres sanas pueden dar lactancia materna a sus bebés si así lo desean y solo un 1% de la población a nivel mundial presenta causa suficiente que le impide dar de mamar.

Y, seguramente, conocerás mujeres con lactancias tan difíciles que han optado por abandonarla. Probablemente muchas de ellas no contaron con el apoyo necesario, ya que la mayoría de los problemas de la lactancia tiene solución. Por ello, es muy importante que si tuvieses alguna dificultad acudas a una matrona o asesora certificada en lactancia materna para que identifique la causa y os preste la ayuda necesaria a ti y tu bebé.  

Cómo sé si mi bebé está tomando suficiente

Un recién nacido que toma suficiente leche según sus necesidades tiene un color sonrosado, la piel está suave y brillante, está tranquilo, realiza tomas frecuentes (al menos ocho tomas al día y no pausas de más de cinco o seis horas), se queda relajado al finalizar la toma, moja varios pañales al día y su peso evoluciona favorablemente (los bebés pierden de un 7 a un 10% de su peso los primeros 3 días de vida).  

Es importante que amamantes al bebé con frecuencia, ofrecerle el pecho sin esperar a que llore y reconocer las primeras señales de hambre (abrir la boca, mover la cabeza hacia los lados, llevarse las manos a la boca, entre otras), ya que la ansiedad o llanto dificulta el inicio de la toma.   

 
 

La lactancia materna al igual que la artificial es a demanda (no tiene por qué ser cada tres horas) y conviene que conozcas que los recién nacidos tienen el estómago pequeño (del tamaño de una cereza al nacer y de una nuez a los tres días). La leche materna se digiere rápidamente, por lo que necesitan mamar con frecuencia.

Muchos recién nacidos agrupan las tomas durante unas horas y luego espacian más. Si estas pausas se prolongan más de cinco o seis horas, es conveniente intentar despertarles y ponerles al pecho. En este sentido, el contacto piel con piel facilita el inicio de la toma, ya que estimula sus reflejos.  

Fuente: Guía de Práctica Clínica sobre lactancia materna. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Cómo posiciono a mí bebé para facilitar las tomas

Lo principal es encontrar una o varias posiciones que resulten cómodas para ambos, que no nos suponga esfuerzo ni en la que carguemos el peso del bebé. Lo ideal, espalda recta y brazos descansando sobre almohadas o cojines.   

Para facilitar el agarre de tu recién nacido y el vaciado adecuado del pecho: 

  • Colócate ligeramente recostada hacia atrás.                            
  • El cuerpo del bebé debe estar en estrecho contacto con el tuyo (barriga del bebé junto a barriga de mamá).  
  • La cabeza y el cuerpo del bebé deben estar bien alineados (el cuello no debe estar flexionado, ni la cabeza girada). Es más fácil si estás ligeramente recostada hacia atrás.  
  • La nariz y el mentón del bebé deben estar ambos en contacto con tu pecho, ambos labios evertidos.  
  • En caso de necesitar recolocar al bebé, es preferible desplazarlo en lugar de acercar tu pecho a su boca. 
  • Evitar el uso de chupetes y tetinas para no interferir con el establecimiento de la lactancia (la lactancia se instaura aproximadamente al mes de vida).  
Fuente: Guía de Práctica Clínica sobre lactancia materna. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

A la hora de bordar la lactancia materna, un agarre espontáneo facilita el buen agarre. Para ello, coloca al bebé sobre ti, con el pezón a la altura de la nariz (no la boca), y el mentón apoyado en el pecho. El bebé realizará varios intentos para conseguir agarrar espontáneamente el pezón y, para ello, echará la cabeza hacia atrás para buscarlo y abrirá la boca.

La paciencia es clave, no te precipites en introducírselo en su boca. Solo es necesario ayudarle si tiene dificultades. En caso de necesitar un agarre dirigido (con ayuda) tendrás que colocar los dedos de la mano sobre el pecho, en forma de “C”, (en el mismo sentido que los labios del bebé, es decir, paralelo a ellos), dejando libre la areola para no interferir en el agarre.

En el momento que el bebé abre la boca, atráelo hacia el pecho y dirige el pezón por encima de la lengua (apuntando al paladar blando). Mantén el pecho sujeto hasta que confirmes el agarre adecuadamente. 

 

Problemas más frecuentes en el pecho durante los primeros días de lactancia 

INGURGITACIÓN MAMARIA

La “subida” de la leche se produce de forma fisiológica en las 24-72 horas tras el nacimiento del recién nacido. En este momento, se nota el pecho más lleno y con plenitud. En ocasiones puede haber unas décimas de temperatura (no fiebre), que no es patológica.

Cuando esta “subida” se produce de forma muy intensa, puede ocasionar una congestión importante de ambos pechos, con inflamación, dolor y dificultad para el bebé a la hora de agarrarse al pezón y lactar, ya que está duro como un melón.  

¿Qué puedes hacer? El truco está en primer lugar en descongestionar el pecho, vaciándolo un poco previamente antes de colocar al bebé para facilitar el agarre. No se debe aplicar calor en el pecho, sino frío (duchas de agua muy fría, hojas de col, entre otras) para facilitar la contracción de los conductos y descongestione. Debemos poner al bebé al pecho tanto como podamos para lograr que lo vacíe.  

OBSTRUCCIÓN MAMARIA

La obstrucción mamaria es el bloqueo o inflamación de un conducto galactóforo, que impide el vaciamiento correcto de una zona de la mama. Cuando aparece, se palpa un bulto doloroso en el pecho que disminuye su tamaño tras la toma (la mayoría de las veces se resuelven sin mayor complicación). 

¿Qué puedes hacer? Al igual que el caso anterior, el truco está en colocar al bebé al pecho. La succión del bebé es más eficaz y potente comparado con el mejor sacaleches del mercado y es el propio peque quien va a resolver la obstrucción. Para facilitarlo, puedes hacer masaje en la zona afectada (sobre el bulto), siempre en dirección al pezón ayudando que la leche fluya más fácilmente. También podemos aplicar frío local, no calor entre toma y toma si hay molestia.

Se recomienda no usar sujetadores apretados que no sean de nuestra talla. Como truco infalible, cuando coloquemos al pequeño al pecho, colocar la barbilla dirigida hacia la zona obstruida (la zona de la lengua realiza la succión más poderosa). Para ello usar las diferentes posturas de lactancia.  Con todo esto, debería haberse resuelto antes de las 72 horas. En caso contrario, consulta con tu matrona, asesora de lactancia o ginecólogo.  

GRIETAS

La lactancia no debe doler. Una mala postura al amamantar, ocasiona un mal agarre boca-pezón y con ello la aparición de dolor y grietas. 

¿Qué puedes hacer? El mal agarre no es la causa de todas las grietas,  pero sí de la mayoría, por lo que si corregimos la posición, tendremos menos posibilidades de sufrirlas. Recuerda, además, que debemos colocar al bebé “barriga con barriga”, bien pegado, con la cabeza alineada con la espalda. No deberíamos escuchar sonidos de succión o chupeteo y, sobre todo, no sentir dolor durante la toma. 

¿Cómo tratar las grietas si ya han aparecido? Lo más importante es tener el pezón seco para favorecer su cicatrización. Se puede aplicar unas gotas de nuestra propia leche, y dejar al aire para que seque. En caso de sangrado, el bebé puede tomar esa leche.

Si la grieta es muy grande o hay signos de infección, habría que tomar otras medidas. El uso de pezoneras a veces puede mejorar las grietas, pero deberían estar recomendadas por un especialista. Podemos usar copas o conchas protectoras de lactancia.  

¿Te ha resultado útil este artículo? ¡Aprendemos juntas!

Subscríbete a nuestra newsletter

Recibirás en tu correo trucos y consejos. No hacemos spam.