A día de hoy, los datos disponibles sobre la presentación clínica y los resultados perinatales tras el COVID-19 durante el embarazo o el puerperio son limitados.
No hay evidencia de que las mujeres embarazadas se presenten con diferentes signos o síntomas o tengan un mayor riesgo de enfermedad grave, a pesar de que el Ministerio de Sanidad las incluye en grupo vulnerable por precaución, ya que sí que existe evidencia de vulnerabilidad en el embarazo en otras infecciones respiratorias que se pueden asemejar.
Las recomendaciones son las mismas que para el resto de la población, recalcando la higiene de manos y la permanencia en domicilio para la contención del virus.
En caso de ser gestante y estar trabajando, habrá que ponerse en contacto con el servicio de preventiva de cada empresa para valorar la baja laboral individualizando cada caso.
No hay evidencia sobre la transmisión de madre a bebé cuando la infección se manifiesta en el tercer trimestre, en base a muestras negativas de líquido amniótico, sangre del cordón umbilical, flujo vaginal, hisopos de garganta neonatales o leche materna.
Todavía no está claro cuál es el impacto de una posible transmisión perinatal, la evidencia de un aumento de los resultados graves maternos o neonatales es incierta y se limita a la infección en el tercer trimestre, con algunos casos de ruptura prematura de membranas, sufrimiento fetal y parto prematuro.
No hay resultados concluyentes de una posible transmisión vertical, a pesar del caso acontecido en Reino Unido.
La transmisión horizontal a recién nacidos es la misma que el de la población general, con contacto estrecho con personas infectadas, por ello se deben seguir las recomendaciones generales.
La OMS recomienda que el modo de nacimiento debe individualizarse según las indicaciones obstétricas y las preferencias de la mujer. La cesárea debe realizarse idealmente cuando esté médicamente justificado.
Las decisiones sobre parto emergente y la interrupción del embarazo se basan en diferentes factores, como la edad gestacional, la gravedad de la condición materna y la viabilidad y el bienestar fetal.
En este punto, no hay evidencia de que las mujeres embarazadas presenten un mayor riesgo de enfermedad grave o compromiso fetal. Las mujeres embarazadas y recientemente embarazadas que se han recuperado de COVID-19 deben recibir atención prenatal, posparto o postaborto de rutina, según corresponda. Se debe proporcionar atención adicional si hay alguna complicación.
CUIDADO RECIÉN NACIDO Y LACTANCIA MATERNA
Se han reportado pocos casos de bebés confirmados con COVID-19, los cuales experimentaron una enfermedad leve. No se ha documentado ninguna transmisión vertical.
Los estudios realizados con análisis de muestras de sangre de cordón umbilical y líquido amniótico de mujeres positivas para COVID-19 resultaron negativos.
Las muestras de leche materna de las madres después de la primera lactancia también fueron negativas para el virus COVID-19.
Existe una necesidad humana de contacto estrecho del bebé con sus cuidadores, por lo tanto la separación de díada madre-bebé puede tener efectos negativos sobre este vínculo con impacto relevante a medio y largo plazo.
No se conoce si la leche materna tiene un efecto protector contra el COVID-19, pero sí que es conocido el efecto protector de la misma, gracias a la transmisión de anticuerpos e inmunoglobulinas maternas favoreciendo una protección inmunitaria al bebé. La leche materna es particularmente fuerte contra las enfermedades infecciosas que se previenen mediante la transferencia directa de estos anticuerpos.
La lactancia materna protege contra la morbilidad y la muerte en el período posneonatal y durante toda la infancia y la niñez.
Diferentes organismos en los cuales se basa AELAMA para sus recomendaciones de manejo, recomiendan mantener el contacto madre-hijo y la lactancia materna extremando precauciones para minimizar el riesgo de contagio.
La Sociedad Italiana de Neonatología recomienda la cohabitación de madre-hijo en mujeres positivas asintomáticas o paucisintomáticas. En caso de sintomatología con infección confirmada, o en estudio, se recomienda una separación hasta obtención de resultados de muestras, manteniendo una alimentación mediante lactancia materna diferida.
Por otro lado, protocolos publicados en Lancet o recomendaciones de SENeo recomiendan la separación durante 14 días y la no administración de leche materna.
Las recomendaciones de la OMS y AELAMA, van en la misma línea de mantener la díada madre-bebé.
AELAMA recomienda que en caso de sospecha o infección confirmada por COVID-19 debe evitarse la separación de madre-bebé, siempre que la situación clínica lo permita, facilitando el inicio y mantenimiento de lactancia materna. Se deben adoptar medidas preventivas como lavado de manos exhaustivo antes y después de las tomas, y el uso de mascarilla quirúrgica.
La decisión de separación o no, debe realizarse de forma individualizada y acorde al conocimiento científico actual.
En el caso de separación temporal, será imprescindible ofrecer apoyo a la madre para mantener la lactancia materna mediante extracción manual o mecánica, pudiendo alimentan al recién nacido de forma diferida con la leche extraída.
La lactancia materna debe iniciarse en la primera hora tras el nacimiento. La lactancia materna exclusiva debe continuar durante 6 meses con la introducción oportuna de alimentos complementarios adecuados, seguros y alimentados adecuadamente a la edad de 6 meses, mientras continúa la lactancia materna hasta 2 años de edad o más.
Debido a que existe un efecto dosis-respuesta, el inicio temprano de la lactancia da como resultado mayores beneficios. Las madres que no pueden iniciar la lactancia durante la primera hora después del parto deben recibir apoyo para amamantar tan pronto como puedan.
Al igual que con todos los casos confirmados o sospechados de COVID-19, las madres sintomáticas que están amamantando o practicando contacto piel a piel o cuidados madre canguro deben usar protección respiratoria con mascarilla. Realice la higiene de las manos antes y después del contacto con el bebé, y limpie y desinfecte rutinariamente las superficies con las que la madre sintomática ha estado en contacto.
La separación rutinaria y retirada de lactancia materna en madres asintomáticas o con escasos síntomas presenta más riesgos potenciales que beneficios, de acuerdo al conocimiento científico actual.
Todas las madres deben recibir apoyo que les permita iniciar y establecer la lactancia materna y manejar las dificultades comunes de la misma. Este apoyo debe ser provisto por profesionales de la salud adecuadamente capacitados y consejeros de lactancia materna.
Si tienes cualquier pregunta, no dudes en consultarnos.